21 · 07 · 2021
Visitamos la exposición de sombreros creados por el gran maestro Balenciaga
Os dejamos en palabras de los comisarios de la exposición, esta maravilla de muestra.
Titulada «La elegancia del sombrero», es una exposición fruto de años de investigación conjunta sobre las colecciones de sombreros del Museo del Diseño de Barcelona y el Cristóbal Balenciaga Museoa, que también coproducen la muestra.
Se exponen más de ochenta piezas y una decena de conjuntos, es la primera exposición internacional basada en los sombreros de Balenciaga creados en los departamentos de sombrerería de la Casa de alta costura de París y Madrid, desde finales de los años treinta hasta el cierre de las casas de Balenciaga en 1968.
Cristóbal Balenciaga estableció un estilo y una forma muy característicos y único en sus diseños para sombreros, volúmenes depurados y estilizados creados con formas muy simples, siendo auténticas esculturas. La muestra hace hincapié en la excepcionalidad del maestro , resaltando las formas innovadoras, la búsqueda de materiales y técnicas, y el carácter artesanal de su producción de sombreros. El mundo femenino fue primordial para el diseñador, los departamentos de París y Madrid fueron dirigidos por mujeres, las sombrereras, y las vendedoras también lo eran. Encontramos este trabajo de mujeres como contrapunto al mundo femenino que los usaba, a las mujeres «tocadas» por Balenciaga.
Hoy en día, la exposición queda demostrado como este accesorio se utilizaba para distinguirse en el contexto social y cultural de la época, dado el gran prestigio que suponía ser clienta de Balenciaga.
La alta costura es, desde sus inicios, la máxima expresión de una experiencia de lujo, exclusividad, singularidad y exquisitez, específicamente centrada en el mundo de las mujeres de una élite acaudalada. Las clientas de la alta costura viven en un mundo de refinado lujo, y amplían su guardarropa con el pretexto de cualquier acto social. La importancia de conocer los códigos de etiqueta es fundamental para formar parte de este club elitista. Acceder a algunos salones de alta costura era muy difícil, debido al prestigio de la casa, que en muchos casos venía dictaminado por los medios de comunicación especializados, como las revistas de moda.
En los salones, de un depurado estilo neutro, para no alterar la impresión que causaban los modelos, la colección se presentaba ante un número reducido de compradoras, que eran recibidas por una vendedora. Las nuevas clientas eran introducidas mediante recomendación de una clienta de la casa, y se les asignaba desde el primer momento una vendedora que les aconsejaba en sus decisiones.
Antes de la apertura de la Casa Balenciaga en París, en 1937, no conocemos la existencia de un departamento específico de sombrerería en los tres salones EISA abiertos en San Sebastián (1927), Madrid (1933) y Barcelona (1935). Por ello esta exposición muestra la creación de sombreros desde finales de los años 30 hasta el cierre de las casas en 1968.
Balenciaga fue coherente y fiel a sí mismo, por ello se puede decir que nada en su trabajo es superfluo, ningún detalle es secundario. Un recuerdo es siempre una llave a su universo creativo.
Cristóbal Balenciaga utilizó fuentes diversas para crear sus tocados: los grandes sombreros de paja de culturas campesinas mediterráneas, las tradiciones propias de la cultura popular vasca, como las boinas, símbolo vasco y francés, o las gorras de pescadores. Conocía bien la indumentaria religiosa, de la que reinterpretó las tocas de las monjas y los sombreros planos de grandes alas de los sacerdotes. Del mundo de los toros y de los majos tomó madroños, redes y tocados, tricornios y monteras, con un volumen posterior que recuerda la coleta del torero.
Materiales como el azabache y técnicas como el macramé y el encaje, propios de la indumentaria popular española fueron recreados por el diseñador, dándoles una vida nueva.
Los sombreros de Balenciaga se distinguen por el uso novedoso y atrevido de materiales, colores y ornamentos, junto a una técnica artesanal extremadamente perfeccionista, que se puede percibir claramente en el acabado de las obras, así como en un conocimiento exhaustivo de la anatomía de las clientas y de los tocados que mejor enmarcan un determinado rostro o, incluso, una expresión.
El color se debe combinar con los materiales, ya que estos pueden enfatizar sus características, matizarlo o armonizarlo. La luz incide sobre la combinación de material y color, generando reflejos en el raso tornasolado, en los bordados y en algunas rafias; provocando transparencias en algunas pajas finas, tules y velos; absorbiendo la luz, como en los terciopelos, el plumón de cisne y en algunos fieltros… En muchos casos, la exuberancia en el color se debe a su intensidad, pero también a la ausencia de color, en el caso del empleo del blanco, mientras que la delicadeza extrema y la sutileza se reflejan en algunos colores pastel, como los verdes agua o los rosas suaves.
Los colores de los sombreros armonizaban con los conjuntos o bien eran completamente dispares u opuestos. En general se trataba de sombreros monocromos y excepcionalmente, con más de dos colores. Balenciaga dijo que un modisto debía ser «virtualmente científico en la selección del colorido”.
En Masario estamos orgullosas de seguir el legado y la tradición de tan importante figura. Pretendemos que nuestras clientas se sientan únicas y diferentes con cada pamela y sombrero confeccionado, por eso intentamos conseguir colores únicos que hacen de nuestra marca algo inimitable.
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